miércoles, 30 de abril de 2008

Magia

Eres el feo más lindo,
el idiota más astuto,
el egoísta más altruista,
y el negociante más humano.

El arrogante más sencillo,
el hombre más niño,
el ladrón de mis suspiros,
y el asesino de mis delirios.

Y es que contigo no pasa el tiempo,
¿acaso eres mago o hechicero?
dime que haces para que me ría,
hasta de las más estúpidas de tus tonterías.

Y es que creo que algo me estás haciendo,
haces que piense en ti a cada momento,
ya no sé como sentirme al respecto,
será acaso que de repente te estoy ¿queriendo?

martes, 29 de abril de 2008

Reflexiones de una mente ausente

Ésta es una canción que compuse ya hace buen tiempo, no refleja lo que siento en estos momentos.

Estoy, no estoy, Estas en mí

Ahí voy sin pensar,
que otra vez morirá,
la esperanza que
aún queda en mí

Siento que el tren de la vida me dejó,
y yo me quede en el último vagón ,
¿por qué todo pasa tan rápido
y yo siento que nada estuviera pasando?.

Reflexiones de una mente ausente
¿acaso parezco una demente?
¿por qué la vida pasa y pasa
y es en verdad como si nada pasara?

Me voy cayendo
como la última gota en un pozo ,
estoy sintiendo
que pierdo hasta el último aliento.

Estoy muerta en vida ,
y no encuentro la salida
¿cómo haces para seguir caminando?
necesito que alguien me cargue hasta el último tramo.

Reflexiones de una mente ausente,
¿acaso parezco una demente?,
¿por qué la vida pasa y pasa,
y es verdad como si nada pasara?.

Reflexiones de una mente ausente
¿acaso hay alguien que me entiende?
Estás, no estas, pero aún sigues aquí

sábado, 26 de abril de 2008

Carta pa ti, sí, para tí

La sgt. carta no es para nadie en especial, al menos eso creo o quiero creer, pero los sentimientos expresados son totalmente reales.

No sé por dónde comenzar, es que ayer me sentía tan bien y hoy me siento tan mal, si lo sé, es normal en mí esos cambios repentinos de ánimo, es que hoy te extrañé más que nunca, estoy harta de sentir eso, ni siquiera sé porque, simplemente hoy amanecí así.

¿Qué cómo me siento?, no lo sé, ya no sé que siento, es más no sé si siento, estoy en un estado de insensible comfort (si si la canción de pink floyd), es que tantas cosas tuve que hacer éstas semanas que ni sentí el dolor que supuestamente debí sentir, y cuando paro por un segundo mi agitada rutina diaria (no te rías, aunque no lo creas si es agitada), empiezo a sentir eso, no sé como explicarlo.

Si ya sé, dije que todo estaba bien, pero repito estoy en reconstrucción, hay algunas partes de mí que necesitan más tiempo para volverlas a construir. No, no me digas que parezco emo con mis días vacíos, tu también los tienes y no me malinterpretes no me quiero matar ni echarme a deprimirme en mi cama o mi sillón, o mejor aún ponerme a llorar en el baño, no, ya no lo hago, uno porque no hay tiempo y dos, porque ya no lo siento necesario.

Simplemente como dije, hoy más que nunca te extraño, sí, sólo es eso, simplemente te extraño, ¿tú me extrañas también?, seguro que no o quién sabe, dónde quieras que estés, tal vez aún dices mi nombre.

Y así pues, se me ocurrió escribirte hoy, ¿sabes qué es lo que más extraño?: cuidarte, si cuidarte, esa sensación de querer que no te pase nada y que si te pasaba algo me echaba la culpa a mí, en el fondo aún te cuido, si aunque estemos lejos, pero tú sabes que es así.

Y sabes que fue lo peor de éste día, que me pusieron esas canciones de amor de los 80´s, sí, esas que tanto me gustan, pero que no las escucho porque me ponen mal, pero a mi papá se le ocurrió escucharlas hoy, y luego a dormir y a no querer levantarme, volvió ese sentimiento rico de deprimirse ¿no?, tú bien lo conoces, pero no, sé que tuvimos nuestras épocas de adictos al dolor, pero vimos que bien no nos hacía, al menos por mi parte lo comprobé, pero las adicciones no se superan así no más, y menos si me ponen canciones de bryan adams mientras estoy echada en mi cama mirando el vacío (que sabes muy bien que es mentira porque en el vacío te miro a ti).

Que babosa soy ¿no?, estar pensando en ti, a ver pues, ay Sharon cuando cambiarás, es que mientras más lejos estés más cerca te quiero tener, tal vez si te tuviera a mi lado, ya ni me interesarías , ja!, lo sé, es mentira, si apenas estamos uno al lado de otro nuestros cuerpos se erizan, ¿no me digas que no lo has notado?.

Igual, no creas que te pediré que regreses, quédate ahí donde estás, creo que estás mejor ¿no es así?, yo trataré de desencantarme de mis sábados de canciones de amor y mucho pop corn (es la costumbre, lo siento). Tal vez, tal vez, tal vez, sólo tal vez habrá un momento para nosotros, o tal vez no, porque ya lo hubo, y las cosas buenas no se repiten, dicen, lástima.

Me despido deseándote una noche de café, libro, pucho y mucho rock´n roll.

En reconstrucción

Mi yo interior y la parte inteligente y consciente de mí misma, me asignó una tarea; estábamos hablando, sí, habló conmigo misma, aunque a mí me gusta definirla como una parte de mí, otra más, con la que puedo conversar, no soy loca o al menos eso creo, y si lo soy, está bien por mi parte; bueno como decía, mi parte consciente me asignó un pequeño trabajo, me dijo que escribiera sobre quién soy yo. Y, ¿a qué se debe esto?, pues bien, se debe a una de mis tantas y tal vez la más fuerte de mis crisis existenciales.

En verano de éste año la pase muy mal, ya venía acumulando cosas del terrible año 2007 que me tocó vivir, a veces pienso por qué fue tan terrible, en realidad no me pasaron cosas muy malas, pero no sé, es como si ese año hubiera hecho cortocircuito, tal vez era la acumulación de varias cosas, en fin, cuando pensé que todo había terminado al final del año (que estúpida, pensar que los problemas se acaban con tan sólo terminar el año), vino lo peor de esa crisis, la llamo “la explosión”.

“La explosión”, se dio este verano, ¿qué pasó?, me perdí, simplemente no sabía quién era yo, había perdido mi identidad, sí, las famosas crisis de identidad (no hablo sólo de la sexual, hablo de todo lo que pueda abarcar una identidad), estaba tan perturbada, que cada noche para poder dormir y tranquilizarme me tomaba medio alprazolam, de lo contrario no lograba dormir , sí, el insomnio es algo normal en mí, pero se incrementó éste verano, era como si algo o alguien se hubiera apoderado de mí, había una pequeña voz en mi cabeza que estaba desvirtuando todo lo que yo sabía de mí misma, me hizo creer que todo era mentira, no había forma de callarla, hasta pensé en darme contra la pared y muchas veces, sí, lo tengo que admitir pensé en callarla de una manera más radical. Gracias a Dios nunca se metió en mis sueños (cuando podía dormir), era el único espacio en el que encontraba paz y tranquilidad. Estaba tan mal que hasta le dije a mi mamá (y créanme he estado mal muchas veces en mi vida pero de mi boca no salen palabras), sí, a mi mamá que me cuesta tanto contarle algo.

Pero, había otra voz, una que me decía que eso iba a pasar, y que de acá a un tiempo lo recordaría como un mal sueño, si no hubiera sido por esa voz, no sé que hubiera pasado; ésa misma voz me dijo que empezara a escribir de nuevo como lo hacía de pequeña, esa misma voz hizo que hiciera un FODA de mi vida para ver a dónde quería llegar, esa misma voz me dijo que escribiera sobre esa terrible experiencia.

No me pregunten cómo logre superar esa crisis, aunque bueno aún no estoy recuperada del todo, pero estoy muchísimo mejor, y eso que golpes bajos han habido en éste tiempo; tal vez fue la ayuda de esa voz, tal vez fue gracias a la “explosión” que me cansé y me di cuenta de que realmente estaba mal, tal vez fue tener mi tiempo ocupado, tal vez fue el comenzar a escribir de nuevo, no lo sé, pero la otra voz, la que me desvirtua, se está callando poco a poco.

En fin, no quiero extenderme más acerca de la “explosión”, porque sobre lo que mi parte consciente me mandó a escribir es sobre quién soy yo.

Bueno, empecemos, soy Sharon, una peculiar chica de 18 años,(¿por qué lo de peculiar? no lo sé, pero prefiero definirme así), soy bastante soñadora, sueño despierta, dormida, consciente, inconsciente, es muy común verme en otra, muchos dicen que es un defecto, pero saben si no fuera por ese “defecto”, Dios, para mí no valdría la pena vivir, soñar me ha ayudado muchísimo, mi mejor amiga me dice que ya basta de vivir en otro mundo, que tengo que vivir en el de acá, llámenme como quieran pero yo acá no viviré aunque me arranquen la piel, déjenme dónde estoy, que ahí soy feliz. Al contrario de lo que algunos puedan pensar, no señores, no me quedaré soñando solamente, yo voy por ellos, cada día es un peldaño más de esa escalera al cielo (disculpen los de led zep), les prometo (sobretodo a ti Mari y pepino) y me prometo (que es lo más importante) que los sueños que tengo los haré realidad (claro los posibles, porque tengo muchos sueños que no lo son, como convertirme en hadita), pero cuando realice esos sueños, seguiré soñando, porque mi vida si es sueño.

A ver, ¿quién soy?, soy Sharon y como verán soy bastante creativa, es por eso que algún día espero ser una gran publicista, crear está en la sangre creo, sobretodo esto de escribir, mi mamá escribía cuando tenía mi edad también, no sé porque lo dejó de hacer, no, si sé: por mi abuela que en paz descanse, tal vez mi mamá lo siga haciendo en secreto.

Soy Sharon y debo admitirlo, soy una romántica creyente de que el amor es una de esas cosas por la que los seres humanos existimos, antes no lo era, pero obviamente antes no me había enamorado, hasta que lo hice, sí, una sola vez en mi vida, como yo creo que son los verdaderos amores, me enamoré y me volví adicta a ese sentimiento( ojo no a la persona, al menos eso creo), no, no crean que a cualquier chico que veo me voy encima de él, no, es peor, ando buscando amor, y eso si que es difícil de encontrar y ni siquiera sé si habrá otro amor, es decir, AMOR, con todas su letras, si escúpanme, lapídenme por ser amante del amor, se que la mayoría de gente lo odia sobretodo porque les rompieron el corazón, y no crean que a mí no (lo habrán notado en mis versos) pero es que el amor es mucho más que un corazón malherido, de todas maneras aunque muchos crean que el amor es algo inventado, para mí las mejores cosas de la vida con precisamente esas , las inventadas, las “irreales”.

Soy Sharon, una amante de la música , aún no melómana pero con muchas ganas de serlo, una amante de las tocadas y conciertos y por supuesto de los tributos, esto también está en la sangre, mi papá es un músico frustrado, en sus días sesenteros tocaba la guitarra en una banda, pero claro nunca pudo hacer más que eso, pero es magnífico que a mi papá y a mí nos guste la misma música, tal vez por eso solo me fijo en músicos, en afán de encontrar alguien que represente la realización de mi padre.

Soy Sharon, y me gustan las películas de Tim Burton, no, no soy emo (y es que éstos seres desprestigian la imagen de mi buen Tim), me gusta el ambiente freak que plasma es sus películas, y me encanta el Gran Pez, el protagonista (sí, el viejito) es mi versión masculina, fue la primera película con la que llore, y amo su corto sobre Vincent Malloy, lindo niño ese eh!, espero algún día ser como el gran Tim, sí, en mis sueños también está hacer una película, fue uno de los primeros grandes sueños que me tracé de niña.

Soy, Sharon y hablo sola, bueno eso ya se los dije al comienzo, soy la persona con la que más hablo, que lástima que no pueda hablar se esa misma manera con otras personas, salvo claro está algunas excepciones.

Soy Sharon y nunca puedo estar quieta, necesito mover alguna parte de mi cuerpo, si me ven sentada lo más probable es que me encuentren moviendo las piernas incansablemente, esto es debido a que soy muy nerviosa, y esto a que soy extremadamente preocupada, renegona, enojona, malhumorada y muchas cosas más en las que no me quiero concentrar porque me prometí que no me iba a fijar más en ellas, al menos no para hacerme sentir menos, no de nuevo.

En resumen esa soy yo, espero haber dicho lo más importante y si no que más da, si quieren saber quien soy conózcanme, pero saben que, no me importa, porque esta tarea asignada por mi yo consciente fue para que yo averiguara quien era yo y me comenzara a querer de nuevo.

Soy Sharon y estoy en reconstrucción.

Dedicado a mi yo consciente.

Elogio a tu locura

A mí no me das miedo,
a mí me causas ternura,
no tengas miedo de hacerme daño,
que de los golpes me he inmunizado.

A mí no me das miedo,
a mí me gustas así
no me alejes de ti,
que sabes bien que es en vano.

A mí no me das miedo,
a mí me da ganas de cuidarte,
no quieras protegerme,
y que de ti me desencante.

A mí no me das miedo,
a mí me da ganas de abrazarte,
no intentes esquivarme,
porque sé donde encontrarte.

A mí no me das miedo,
a mí me encanta tu locura,
no te ocultes en la noche
porque sabes bien que yo te espero.

jueves, 24 de abril de 2008

De las cuestiones del amor

De las cuestiones del amor, no me preguntes,
¿qué si perdí la fe?, tal vez,
¿qué por qué la perdí? no lo sé,
tal vez por ti, tal vez por mi,
o porque así tenía que ser.

De las cuestiones del amor, no me preguntes,
pués no te sabré responder,
¿por qué? porque así es,
conceptos en mi cabeza ya no entran,
sí lo sé, el amor no es un concepto.

De las cuestiones del amor, no me preguntes,
ya no quiero opinar,
¿Qué, qué pasó conmigo?
tuve un cortocircuito,
sobrecarga de rencor.

De las cuestiones del amor, no me preguntes,
no, no soy una resentida,
no, no es porque me rompiste el corazón,
es simplemente porque ya no sé quién soy,
y menos sé hablar de amor.

miércoles, 23 de abril de 2008

Te odio, te amo

Amo el momento en que te conocí,
odio recordarlo a cada momento.

Amo cuando dices que me extrañas,
odio cuando aclaras que es a otra a quien amas.

Amo que seamos muy buenos amigos,
odio no quererte como tal.

Amo que me hagas reír a carcajadas,
odio que te rías de mí.

Amo tu cabello ensortijado y largo,
odio que te lo cortes, sólo porque ella te lo pidió.

Amo nuestras tardes sabatinas,
odio que ella esté presente, también.

Amo cuando compones canciones de amor,
odio que no sean para mí.

Amo que me confíes tus más íntimos secretos,
odio que en esos, no cuentes nada sobre mí.

Amo tu mirada penetrante y misteriosa,
odio que me la esquives cuando hablo de amor.

Amo que seas sincero la mayor parte del tiempo,
odio cuando mientes al tratarse de nosotros dos.

Amo los recuerdos de todo lo vivido contigo,
odio que los tenga tan marcados en mí.

Amo tenerte cerca a cada momento,
odio no poder alejarme de ti.

Amo odiarte cada mañana,
Odio amarte cuando cae la noche.

martes, 22 de abril de 2008

Niña Veneno

¿Y qué le pasó a la dulce niña?,
Se convirtió en Niña Veneno.

Ella vivía en su mundo de fantasía,
ella era única, era feliz,
ella cantaba una dulce melodía,
que adornaba sus días,
ella era bella, irradiaba luz.

¿Y qué le pasó a la dulce niña?,
Se convirtió en Niña Veneno.

Ella creía en sí misma,
ella confiaba en los demás,
ella sonreía cada vez que podía,
ella miraba las estrellas,
suspiraba y soñaba.

¿Y qué le pasó a la dulce niña?,
Se convirtió en Niña Veneno.

Ella era niña, niña fantasía,
ella aún conservaba la ilusión,
ella buscaba príncipes azules,
creía en las hadas de los cuentos,
y pensaba que gozaba de esa magia.

¿Y qué le pasó a la dulce niña?,
Se convirtió en Niña Veneno.

Hasta que un buen día,
por ese bosque oscuro,
llamado desamor, fue a parar,
no sabía en lo que se metía,
ella igual, sonreía.

¿Y qué le pasó a la dulce niña?,
Se convirtió en Niña Veneno.

Poco a poco su alma se oscureció,
probó del dulce veneno de la pasión
su sangre y corazón se contaminaron,
sus ojos perdieron el brillo,
su ilusión se apagó.

¿Y qué le pasó a la dulce niña?,
Se convirtió en Niña Veneno.

Ahora con su sangre envenenada,
camina sin rumbo,
sin compasión y sin ilusión,
no le importa nada ni nadie,
ya no sonríe, ya no canta, ya no sueña.

¿Y qué le pasó a la dulce niña?,
Se convirtió en Niña Veneno.

¿Qué es de tu vida, niña veneno?,
¿por qué ya no crees en cuentos de hadas?,
¿por qué no ríes , por qué no cantas?.
ella responde que ya no tiene alma,
a la dulce niña, le rompieron el corazón.

¿Y qué le pasó a la dulce niña?,
Se convirtió en Niña Veneno.

domingo, 20 de abril de 2008

Sueño eterno

He soñado tanto, tanto, que ya no se si estoy aquí,
quisiera no estarlo, pero algo me dice que sí.
Talvez si no despierto mi historia no tenga fin,
no me malinterpreten no hablo de muerte,
sino del soñar eternamente

Dicen que mi peor defecto es no pisar tierra,
y yo me pregunto ¿qué loco quisiera?,
si me dan a elegir entre un sueño y la realidad,
no lo pienso dos veces,
soñaría eternamente.

“La vida es sueño, y los sueños, sueños son”,
dice Segismundo tratando de explicar lo que la vida es,
pero yo discrepo y digo que los sueños no son sólo sueños,
los sueños son todo, son vida
y a la vez pueden ser tu muerte.

Y me dicen, despierta, niña soñadora,
me dicen, ¿no entiendes que hay un mundo aquí?,
y no es que no lo entienda,
simplemente muchas veces no me interesa,
déjenme vivir,
que quiero soñar eternamente.

Saber, entender

¿Qué quieres de mí?,
me pregunté alguna vez,
y no lo entendí,
o, ¿no lo quise entender?.

Y con el tiempo me olvidé,
lo deje pasar,
ya no me preocupó más,
el no entender, el no saber.

Y de nuevo te encontré,
y el mundo comenzó a temblar,
más preguntas vinieron a mi mente,
y no quise saber, no quise entender.

Que tonta fui, al dejarlo pasar,
ahora que una vez más,
nos dejamos llevar,
y sigo sin entender, sigo sin saber.

Alguien sabio me dijo una vez,
“Si es que amas, dañas”,
y una vez más,
no lo entendí, no lo sentí.

Hasta que me tocó sentir,
me tocó vivir,
empecé a entender,
que no importa saber.

¿Qué quieres de mí?,
me pregunto otra vez,
no sé si lo entiendas tú,
pero yo ya no lo quiero saber
.

Un suspiro largo

Hace tiempo dije ya,
que te escribiría una canción,
sí, esas mismas, las cursis,
las que hablan de amor.

Todo comenzó con un cruce de miradas,
bajaste del cielo,
aunque tú no creas
en esas huevadas.

Si, así todo empezó,
como jugando,
no me había dado cuenta,
que ya te había encontrado.

Y de tantos te amo,
y de tantos te extraño,
lo dejamos ahí,
¿para no hacernos más daño?.

Más tarde después,
te seguí buscando,
aunque en el fondo sabía
que era en vano.

Aún recuerdo mis sábados solitarios,
donde cada lágrima,
era para tí, era por tí,
un suspiro largo…

Y tanto llorar y tanto sufrir,
y tanto caer y tanto herir,
para darme cuenta al fin,
de que todo el tiempo estuviste ahí.

Y ahora aquí, parada frente a ti,
lo tengo que admitir,
sí, es cierto,
siempre te he amado.

No quiero decir más,
sólo echarme en tus brazos
y pensar que nada ha pasado,
que nada ha cambiado.

No se si podré,
pero ya te encontré,
mi otra mitad,
mi complemento vital.

Quisiera

Quisiera poder saber qué es lo que me está pasando,
quisiera poder conocer a gente que vive soñando,
quisiera poder entender la vida como un matemático,
o bien es blanco, o bien es negro,
a ciencia cierta, no sé que quiero.

Quisiera volar sin necesidad de drogas,
quisiera ir a Neverland sin que me crean loca,
quisiera sentir que puedo tocar el cielo,
aterrizar, pedir un deseo
y sentir que todo lo puedo.

Quisiera poder retroceder el tiempo,
quisiera poder ser una niña a tiempo completo,
quisiera tomarme un café cada mañana,
sin preocuparme del estrés, la vida
y las malas rachas.

Quisiera no pensar tanto las cosas,
quisiera poder dejar a la corriente fluir,
quisiera confiar en eso q llaman destino,
entonces no me preocuparía,
por nada, ni por nadie.

Quisiera poder encontrar lo que estoy buscando,
si tan solo supiera que es,
entonces vería más claras las cosas,
y no preguntaría a cada instante
¿qué es lo que quiero?




Noches Bohemias

Noches bohemias en la gran ciudad,
noches de alcohol,
noches de sudor,
noches de rock´n roll.

Noches para tí,
noches para mí,
noches para amar,
noches bohemias en la gran ciudad.

Noches de humo,
noches de mar,
noches ingratas,
noches de amistad.

Noches perdidas,
noches sin final,
noches amigas,
noches bohemias en la gran ciudad.

Noches para cantar,
noches para llorar,
noches para sentir,
noches para recordar.

Noches sin rumbo,
noches para gritar,
noches de juventud,
noches bohemias en la gran ciudad.

Bienvenidos

Nunca quise publicar un blog, porque preferia guardarme mis pensamientos y sentimientos, pero me he dado cuenta últimamente que eso me ha hecho mucho daño, que es mejor desahogarse y como soy muy poco expresiva, eso lo saben los que me conocen, pero he aquí éste espacio para mi desfogue emocional, gracias de antemano a las pocas o muchas, no lo sé, personas que se tomaran la molestia y el tiempo sí, el bendito tiempo de leer mis berrinches, alegrías, momentos de cólera expresados en palabras... Gracias.

Minerva quiere dormir

No, no puede ser; se levantó pensando Minerva de nuevo, había soñado otra vez con él, era extraño, Minerva siempre había soñado con gente que nunca había conocido, era normal para ella tener estos sueños extraños, pero ésta vez era diferente, él la miraba a los ojos, nadie nunca antes la había mirado así, ni en sueños ni en la vida real. Era la cuarta vez que soñaba con él, le gustaba nombrarlo “el niño de la mirada vacía”, tenía una mirada muy parecida a la de Minerva; desde muy pequeña le habían dicho que tenía una mirada muy triste, no distaba mucho de la realidad en sí.

Minerva alzó la mirada; era tarde otra vez, siempre le ocurría lo mismo, en la escuela habían llamado ya a sus padres por la cantidad de tardanzas acumuladas, lo más gracioso es que no eran porque se levantase tarde, ella era muy madrugadora su reloj corporal le avisaba automáticamente que tenía que estar despierta a las 5 de la mañana, claro está si es que lograba conciliar el sueño, ella se hacía tarde porque apenas abría los ojos su cerebro comenzaba a pensar hasta en el porque las polillas son tan grises y las mariposas tan llenas de color, y cosas así; cuando al fin podía vencer a su cerebro en su preguntas cotidianas, llegaba la peor parte del día: pararse frente a un espejo, eso le llevaba más tiempo aún.

De pequeña siempre había sido un poco vanidosa le gustaba ponerse el maquillaje de su mamá, pararse frente al espejo y pensar que era Audrey Hepburn. En ese entonces se creía la niña más linda del mundo; eran días felices para ella, días en los que no tenía que luchar contra sus peores enemigos, el espejo y ella misma.

“Minerva, te lo digo por enésima vez, tu padre te espera en el auto…”, era el grito perpetuo de la madre de Minerva, ella como siempre estaba siendo atacada por la persona detrás del espejo, era como pararse frente a un pelotón y esperar a que dispararan contra ella; cuantas veces había tenido ganas de golpearlo.

A Minerva le encantaba estar en el auto, mirando a través de la ventana las expresiones de las personas, mientras escuchaba una buena canción, tal vez le gustaba tanto porque era uno de esos pocos momentos en que se desconectaba de su propia mente, por eso odiaba tanto que su papá le fuera contando camino a la escuela sobre las noticias del día, pero no podía evadir a su papá, ese buen hombre que tomaba la vida siempre a la ligera, Minerva lo admiraba por eso, a ella le hubiera encantado ser de esas persona que no se preocupan por nada. Minerva era todo lo contrario, ella se preocupaba hasta cuando no había nada de que preocuparse, ella pensaba que era genético, su madre y hermana eran iguales.

Minerva odiaba las formaciones de su escuela, trataba de esquivarlas como sea, claro las veces que llegaba a tiempo; un día decía que tenia gripe, que le dolía el estómago, que tenia cólicos menstruales, u otras tantas se escondía en el baño; odiaba los sermones cucufatos de los curas y monjas del colegio, odiaba ver a todos bien peinados a esa hora de la mañana, odiaba cargar su mochila media hora parada, odiaba que siempre les dijeran a los de ultimo año, precisamente eso; que era su ultimo año, como si no lo supieran ya.

Una clase más, un día más, a Minerva le parecía tan gracioso como hacían planes de fin de semana cuando era lunes, y pensaba que su único plan era echarse a su cama a leer a Borges, o escuchar música y tocar el viejo piano de su abuelo; no la malinterpreten, a Minerva le gustaba salir, pues si se quedaba en su casa echada en su cama, volvía la mente, volvía el espejo; pero es que no habían muchos lugares a donde ir en realidad, sitios que le gustasen, no le gustaba mucho bailar, y cuando tomaba, las pocas veces que lo hizo, no se emborrachaba, así que no le encontraba ninguna gracia; pero sobretodo no tenia muchos amigos con los cuales salir, tenia dos mejores y únicos amigos, a los que en verdad podía llamar amigos: Diana y Alfredo; Alfie para los amigos, aunque nunca le gustó que lo llamasen así.

Diana era hija de una familia extremadamente católica que sábados y domingos los dedicaban a alabar a Dios, por lo tanto con Diana no se podía contar mucho los fines de semana. Minerva reía al imaginar como sería si los padres de Diana se enteraran que ella era agnóstica. Alfredo que había sido un chico muy tímido toda su vida, había conseguido una enamorada, Minerva y Diana no se explicaban cómo, ya que a las únicas mujeres que él se atrevía a hablarles eran a su mamá y a ellas. A Minerva le daba un poco de celos esa chica, pero no porque sintiese algo más que un sentimiento de amistad por Alfie, sino porque le había quitado al compañero de películas de cada fin de semana, y la había dejado sola con su mente y con su espejo.

Era tan gracioso ver a Alfie con su enamorada, tan apachurrados y dándose besitos y besotes en cada esquina, a Diana y a Minerva les daba náuseas. Diana nunca había tenido un enamorado fijo, era de esas chicas que no querían comprometerse, varios chicos se habían enamorado de ella, era una chica muy simpática e inteligente, pero ella no quería relaciones sentimentales, decía que eran un problema y que no quería mas problemas en su vida, pero eso si tenia muchos amantes; Minerva tenía tanta envidia de ella, y no era que Minerva no fuera agraciada, si lo era, claro, ella nunca se dio cuenta, tenía envidia porque Diana no buscaba encontrar respuestas, y porque no le importaba no saberlas, ella solo vivía, y nunca le importó , al menos eso aparentaba, saber que es amar.

Minerva nunca se había enamorado, tampoco nunca tuvo nada serio con nadie. Diana le presentaba muchos chicos, Minerva hablaba con ellos, y ellos decían mucho pero a la vez nada; a Minerva no les gustaba sus miradas, tenían la mirada de pensar que lo saben todo.

Minerva ponía mucho énfasis en las miradas, sobretodo desde que empezó a soñar con el “niño de la mirada vacía”; buscaba por todas partes una mirada igual, una mirada que dijera: “No sé nada, y no sé si quiero saber”, Diana le decía: “Es solo un sueño, uno más de tus raros sueños; por eso yo no sueño para no obsesionarme con ellos”. Alfie, que era muy romántico, le decía que si le hacía bien buscarlo lo siga haciendo, él la ayudaría; cuando Alfie dijo eso, Minerva recordó la etapa en que Alfie se enamoró de ella, Diana le decía que él aún lo estaba, y que estaba con Carolina; así se llamaba su enamorada, sólo para olvidarla, pero Minerva sabía que no era así, lo veía en la mirada de Alfie, el se había dado cuenta que el amor que él sentía por ella lo iba a sentir toda la vida, sí, pero era un amor protector, un amor que Minerva no podía explicar, pues ella no había experimentado ese sentimiento, pero sabía que Alfie había logrado entenderlo y superarlo.

Minerva pasó la noche recordando lo último que dijo Alfie; “Si te hace bien buscarlo, síguelo haciendo”; ella no sabia si le hacía bien buscarlo, pues en si no lo había buscado, no fue de calle en calle y de plaza en plaza viendo las expresiones de la gente; ¿o si?; Oh, por Dios, pensó ella, lo había hecho toda su vida, lo había estado buscando toda su vida.

¿Cómo es que no se dio cuenta que buscaba algo, acaso inconscientemente ella sabía que tenía que buscarlo, acaso ella sabía que existía? Un momento, ¿existía?, y si sólo era una invención de su subconsciente que se manifestó en un sueño, ¡ja!; Minerva soltó una carcajada, estaba hablando como un psicólogo, esos seres que ella tanto odió desde su infancia.

El primer psicólogo que Minerva visitó fue a los 5 años, la llevaron porque no quería jugar con sus juguetes sino con sus “amigos”, amigos imaginarios que para ella fueron más reales que cualquier otra persona, en realidad es normal a esa edad, pero la verdadera preocupación de la madre de Minerva era que ella cogía los juguetes los miraba, los rompía y los botaba, y eso para la madre de Minerva era desperdiciar dinero ¡y eso nunca!, así que prefirió gastar ese dinero en una psicóloga que lo único que hizo es aburrir a Minerva haciéndola dibujar y pintar, cosa que Minerva odiaba desde pequeña. Así pasó por el consultorio de varios psicólogos, porque era muy tímida y no hacía amigos, porque era muy callada, porque hablaba sola, porque paraba horas encerrada en su cuarto, porque era hipocondríaca, porque era insomne, porque no tenía autoestima, etc.; y todos le decían lo que ella ya sabía, por eso muchas veces pensó en estudiar psicología, lo único que tenía que hacer es decirle a la gente lo que ya sabía y quería oír y ganaba dinero, fácil, pensaba ella, pero deshecho esa opción al pensar en que aburrido sería repetir respuestas y en cuánta gente la odiaría y aborrecería como ella aborrecía a los suyos.

Ese día como muchos otros, no durmió, pensando en miradas vacías, psicólogos y búsquedas. Su cuerpo ya estaba acostumbrado a no dormir, mucha gente cuando no duerme se siente cansada y se queda dormida en clase o en el trabajo, pero Minerva no, Minerva seguía su día a día normalmente; hubo ocasiones en que Minerva no pegó el ojo en 48 horas seguidas, y semanas enteras sin dormir en la noche; era Minerva la de las ojeras eternas.

Otra vez levantarse, mirarse al maldito espejo, pelear con él, lamentar nuevamente el triunfo del oponente, desayunar rápidamente, dos tostadas con mermelada y jugo de naranja, y subirse al auto a mirar las expresiones de la gente; era increíble, lo había hecho toda la vida, y nunca se había puesto a pensar que eso era una búsqueda, se sentía bien, una vez leyó que la felicidad era buscarla más que encontrarla, les daba un sentido a la vida de las personas, ella por primera vez sentía eso, sentía que quería vivir más sólo para buscar.

Bajó del auto, ese día llegó temprano, así que lamentablemente tendría que formarse. La monja subió al estrado y comenzó el ritual: persignarse, rezar un padrenuestro y diez avemarías, leer la Biblia, y por supuesto el infaltable sermón, ese día hablaron del amor, increíblemente Minerva prestó atención, cuando hablaban de ese tema los sentidos de Minerva se agudizaban, Minerva sentía lástima de ella misma parecía una más de las muchachas de su clase que andaban suspirando por los pasillos y que cada vez que hablaban de ese tema hacían miles de preguntas, ¿cómo saber si él me ama, miss? ó ¿será amor lo que siento, sister?; pero Minerva no quería hacer esas preguntas, Minerva sólo quería saber ¿Qué era amor? Diana decía que el amor era una mierda, que al final de cuentas lo único que te hace es sufrir. Minerva le refutaba y le decía que como sabía si ella nunca se había enamorado, Diana respondía con un “simplemente lo sé”; Alfie decía que amar era como estar drogado, a Minerva le parecía mucho más gracioso eso ya que Alfie ni siquiera había probado un cigarro y mucho menos iba a saber lo que era estar drogado, en fin Alfie afirmaba eso porque el decía que cuando lo pruebas quieres más y cuando no lo tienes sufres, o algo por el estilo, cosas que Alfie siempre decía con voz de locutor de una radio de corte romántico y hablando del amar y no ser correspondido.

La monja comenzó su sermón diciendo Dios es amor, cosa que Minerva había escuchado en toda su vida escolar. Minerva no era agnóstica como Diana, ella si creía en Dios y lo admiraba bastante, pero no creía en el Dios que le pintaban las monjas.

“Dios es amor, y los seres vivos somos una expresión de su amor”, esa frase retumbó en la cabeza de Minerva todo el día y por supuesto también la noche, si Dios es amor y nosotros somos una expresión de eso, ¿ cómo es que yo no sé que es amor? Se preguntaba Minerva, ¿puede un médico hacer una operación y no saber que es un bisturí? ¿Puede un pintor hacer una obra de arte y no saber que es un lienzo? ¿Puede un ser humano no saber que es amor? Otra noche sin dormir.

Hola espejo, hola maldito espejo, ¿qué quieres hoy?, ¿qué vienes a decirme? Que soy fea, que soy gorda, que no tengo aquí, que me sobra acá, te has dado cuenta que siempre me dices lo mismo, y con decirme lo mismo a pesar de mis gloriosas argumentaciones siempre terminas ganando. ¿Cómo lo haces?… ¿Qué? ¿Qué cosa dices? No, eso no lo permitiré, dices que nunca nadie me va amar. No, mis padres me aman, como que no cuenta, ¿quién eres para decirme que no cuenta? No te oigo, no te oigo, ¡cállate!...

Minerva está sangrando, tiene un pedazo de vidrio incrustado en la mano derecha, parece algo profundo; las gotas caen en el asiento trasero del auto, Minerva siente algo de dolor, pero se opaca con los gritos de su madre, ¿pero en qué estabas pensando?, Tu siempre despistada, tienes que fijarte por donde caminas; ¿estás segura que te caíste y no fue a propósito? Pregunta el padre de Minerva, si papá solo me caí , me tropecé y caía encima del espejo; Minerva pensaba en lo absurdo de su argumento, ¿quién se puede creer que alguien se tropieza y cae solo con su mano derecha encima de un espejo? No importaba con tal de que sus padres se lo creyesen y no la mandaran de nuevo donde otro psicólogo.

Sólo te va a doler un poco, le dice el joven y apuesto doctor que la atiende. Minerva piensa que debería romper espejos más seguido si doctores así la van a atender.

No, no le dolió un poco, le dolió todo, menos un poco, pero no iba a llorar no en frente del apuesto doctor, Minerva no quería que él pensara que era una cobarde; “Bien ahora a suturar”, durante la sutura Minerva se concentró para variar en la mirada del apuesto doctor, era una mirada de satisfacción, de pasión por lo que estaba haciendo. Minerva pensó… No, no, Minerva no pudo pensar en ese momento, algo la distrajo, algo lo suficientemente importante para hacerla dejar de pensar.

Era él, era definitivamente él, “el niño de la mirada vacía”, esa mirada la podía reconocer a kilómetros de distancia, estaba sangrando, tenía una herida en la cabeza, lo sentaron en la camilla junto a la de Minerva, el corazón de Minerva nunca latió tan rápido, era extraño que el día que ella se corta la mano él se rompe la cabeza, los dos sangrando, los dos sentados en una camilla, los dos en el mismo hospital, sí, en el mismo lugar, Minerva no lo podía creer, ni siquiera había buscado lo suficiente; basta, no es momento de pensar, se dijo Minerva, tenía que hablarle, tenía que decirle algo, pero no podía, estaba paralizada ¿qué le iba a decir? “Hola, he soñado contigo muchas veces, ¿no es gracioso que estemos aquí sangrando?”, él iba a pensar que ella estaba loca; pero ¿y si él había soñado lo mismo?, y ¿si él estaba luchando consigo mismo para poder hablarle? Minerva rió, él ni siquiera había volteado a mirarla.

El doctor apuesto le dijo algo así como voy a traer más gasa, Minerva no escuchó bien, había dejado de lado al doctor apuesto por el “niño de la mirada vacía”, hasta que volteó, y si, la miró, ella no sabía si mirarlo, pues no podía contenerse pero a la vez estaba sonrojada, pensó por qué me pasa esto a mí, ni siquiera lo conozco, pero él seguía mirándola; ¿estaría pensando lo mismo que ella?.

El doctor del “niño de la mirada vacía” lo dejó solo también, fue llamado para una emergencia, se quedaron solos los dos, en ese cuarto con cuatro pequeñas camillas y solo tres ocupadas, ellos dos, más un pequeño niño que se había roto el mentón.

Era la oportunidad perfecta, Minerva tenía que hablarle, ¿pero cómo?, regresó la tímida y callada Minerva de la infancia, justo en ese momento, qué inoportuna; “¿te dolió mucho?”, Minerva escuchó que alguien le preguntaba, era él, hablándole, sí a ella; “no mucho”, le respondió ella, “¿Qué te pasó?”, Minerva estaba tan orgullosa de sí misma, había logrado preguntarle algo, “me caí de las escaleras ¿y a ti?”, “me tropecé y caí sobre un espejo”, mientras decía eso Minerva pensaba en quién más podría creerse esa estupidez, él sonrió, Minerva sabía que esa sonrisa significaba que él sabía lo que en realidad había pasado, pero ella no sintió vergüenza, sintió un alivio al saber que “el niño de la mirada vacía” no era un idiota que pudiese creer ese absurdo cuento.

“Lo rompí, no aguanté”, Minerva no sabía porque le estaba contando eso a alguien que acababa de conocer, pero no importaba, la mirada de él, le daba confianza, “A veces es necesario tomar medidas drásticas, el espejo te buscó, y te encontró, tal vez ya aprendió a no meterse contigo”, cuando el “niño de la mirada vacía” terminó de decir eso, vino su doctor y le dijo que lo llevaría a otro cuarto para suturarlo, él volteó hacia Minerva y le regaló una pequeña sonrisa, pero no cualquier sonrisa, era una sonrisa que significaba para Minerva “yo también soñé contigo”, y el “niño de la mirada vacía” de pronto se convirtió en el “hombre de la sonrisa eterna”.

Cuando Minerva llegó a su casa, lo primero que hizo fue ir a ver a su espejo roto, así, parecía tan indefenso, tan normal, “Gracias”, soltó Minerva, Minerva no odiaba más a su espejo, incluso llegó a pensar que el espejo lo sabía todo, que el espejo sabía que ella lo rompería e iría a parar en el mismo hospital que su “niño…”, perdón “hombre de la sonrisa eterna”, Minerva abrazó a su espejo, sí, el mismo que la había hecho sufrir tanto tiempo, nunca lo botó, lo conservó, así rotó, para Minerva significaba el fin de la Minerva indefensa, y el comienzo de la Minerva fuerte; esa noche Minerva durmió.

Minerva lo buscó toda su vida, buscó esa mirada, buscó esa sonrisa, al principio estuvo enojada con ella misma por no haber podido hablarle más e incluso saber su nombre, pero luego entendió que de haber sido así, nunca hubiera seguido buscando, y por lo tanto su vida hubiera sido como siempre fue, solo mirar a la gente pasar.
Ella lo idealizó, le creo una personalidad, le creo una vida, y hasta una vida junto a ella, se enamoró de esa persona que ella había creado; a veces se ponía a pensar que lo más probable era que su “hombre de la sonrisa eterna” fuera muy diferente al que ella había creado, entonces pensaba que era mejor tener la imagen del que ella quería.

Minerva se enamoró de varios hombres en toda su vida, a pesar de que muchos no tenían esa mirada, ni esa sonrisa, pero nunca dejo de amar al verdadero, al que estaba en sus sueños, al que ella incluso le hablaba cada noche, pensando que él la escuchaba.

En su cabeza retumbaron las palabras que él le dijo, toda su vida, “A veces es necesario tomar medidas drásticas, el espejo te buscó, y te encontró, tal vez ya aprendió a no meterse contigo”, las analizó miles de veces y hasta llegó a escribir un libro, y se dio cuenta que él en esas pocas palabras había resumido lo que para ella era la incógnita perpetua; ¿Qué es el amor?; era eso, una búsqueda, una búsqueda de esa mirada, de esa sonrisa, pero sobretodo de ella misma. Ella se encontró el día que lo encontró a él, y supo que nunca había sabido que era amar antes, porque nunca supo quien era ella.

A esto Diana le respondía con un “son tonterías, Uds. dos son un par de sentimentales”, refiriéndose a Alfie y a ella, con lo que Alfie le argumentó mucho mejor de lo que hubiera hecho Minerva, “El amor es lo que uno quiere que sea, para ti Diana, es una mierda, para mi es una droga, para Minerva es una búsqueda, el amor es la palabra que más criterio relativo tiene en el mundo” .

Y así, mierdas, drogas o búsquedas, Minerva había resuelto el enigma, el amor es algo adherido a las personas, el amor es lo que las personas son, pero para ella siempre sería una búsqueda.

Con lo que Alfie, que se volvió un reconocido compositor, solía bromearle:

Minerva quiere dormir
Minerva quiere soñar
Minerva quiere buscar
Minerva quiere amar.