sábado, 3 de mayo de 2008

Sábados aquellos

¿Por qué será que los sábados me agarra éste no sé como llamarlo, hmmm… melancolía, hmmm bajadas de ánimo?, no sé, pero siempre son los benditos sábados, voy a comenzar a odiar éste día, aunque debí hacerlo hace mucho.

Y es que hoy no hubo Bryan Adams, aunque bueno, sí, tal vez un poco, hoy hubo Bon Jovi ( bendito tributo, ahora se me ha pegado escucharlo), y es que no sé por qué soy tan adicta a éste tipo de canciones, si lo sé, soy masoquista, como la mayoría de los humanos.

Reflexionando porqué mis sábados son así, llegué a la conclusión de que todo es por pura envidia y pereza.

Estoy acostumbrada a no hacer nada los sábados, nunca he hecho algo los sábados, hablo de tareas o trabajos, ni en primaria, todo siempre lo hacía el domingo (típica peruana dejando todo para el último), en el cole siempre tenía que hacer algo los sábados, salir con mis amigas a “hacer trabajos” , o en mis tiempos de perdidamente enamorada sentarme afuera de mi casa a “conversar” con él (bueno en realidad si conversábamos), los sábados en ese entonces eran los días más esperados de la semana.

Hasta que todo eso se terminó, salí del cole, mis amigas estaban muy ocupadas para salir, yo no, como siempre, dejando mi sábado libre, porque mi sábado es sagrado, no había niño que ocupara mis pensamientos y menos que ocupará mis sábados, y fue ahí cuando los sábados se volvieron los sábados melancólicos, es ahí cuando entran estas canciones que me hacen recordar aquellos sábados del pasado.

Lo que lo empeora más aún es la envidia, envidia de que otras personas si tienen buenos sábados, salen, se divierten, sólos o acompañados, pero disfrutan de sus sábados, y no es que no me inviten a acompañarlos (aunque ya últimamente ni lo hacen porque saben cuál será mi respuesta), sino que ya hice la prueba de “divertirme” a su manera, de probar su sábado y no me gustó, y es que creo que el sábado se lo hace uno a su medida.

Y así pues, malditos sábados, maldita yo, y cuando tengo un sábado que se asemeje a los de antes, es cuando más melancólica me pongo, sí, cuando voy a la casa de la Mari a hablar de nuestras aburridas vidas y a burlarnos de ellas también, cuando vemos una película de terror y nos reímos todo el tiempo, cuando salimos a caminar por Califa para ver si plin! aparece alguien por ahí (sólo Mari me entiende), es ahí cuando ese sentimiento se apodera más de mí, porque por más que se asemeje no es igual a los sábados de antes, sí, lo sé, nada es igual y nada volverá a serlo, es lo malo de ser una persona tan aferrada a algo.

Pero ahí pues, trato de reconstruir mis sábados, como estoy reconstruyéndome, ahora salgo al Real Plaza a contar cuánta gente hay (créanme si lo hacemos), a pasar por cierto lugar para ver a cierta persona, entrar a Crisol a soñar con comprarme algún libro que escapa a mi austero presupuesto y subir a escuchar que estarán tocando y a quién de interesante nos encontraremos, tal vez suene más entretenido que mis sábados de antes, pero yo igual los extraño; pero me tengo que acostumbrar a los de ahora, no puedo vivir de sábados pasados, me esperan sábados diferentes, sin canciones de Bryan Adams y Bon Jovi, sin dormir toda la tarde, sin ver películas tristes y sin recordar a los sábados aquellos, sábados que para bien o para mal nunca olvidaré.

1 comentario:

Álvaяo dijo...

Ohh.. esto me pasaba antes.. ahora, con el cambio de rutina.. ya no son tan melancólicos los fines de semana. La mejor solución es la compañia (aunque muchas veces preferimos estar solos); es tratar de hacer cosas nuevas y no aferrarnos tanto a los recuerdos.