jueves, 21 de mayo de 2009

Cápítulo II - El padre Iván


- Hola Leticia, te ves radiante hoy, ¿vas a alguna parte, después de la cita?
- Si, la verdad que sí, tengo el cumpleaños de una amiga, y saliendo de acá no me dará tiempo para ir a cambiarme.
- ¡Ah! caramba, es bueno que te diviertas.
- No tenga dudas de que si lo hago.
- Así me gusta
- ¿Y, estuviste pensando en lo que te dije?
- Claro, estos días estuve haciendo una recopilación de mis más importantes relaciones, solo le contare de las más importantes, porque ha habido muchas más pero que no pasaron de algo extremadamente informal.
- Entiendo, entiendo, pero no dice Ud. que nunca se enamoró, pero sin embargo habían relaciones con la etiqueta de importantes.
- Que nunca me haya enamorado, no quieres decir que no haya conocido a gente grandiosa, que marcaron mi vida de una u otra manera.
- Si, si, bueno, tiene usted razón, disculpe mi ignorancia sentimental.
- No se preocupes – en este punto la conversación se estaba tornando realmente divertida.
- Bien, empecemos, ¿ con quién empezamos?
- Con el padre Iván, Doctor
- Cierto, el cura, presiento que está será una historia muy interesante.
- Créame que si.




Iván Sotomayor, era un adolescente normal, ni tan idiota, ni tan pendejo, era muy simpático, por lo que tenía a varias chicas detrás de él, pero el nunca les dio mucha importancia, era algo que a Caro y a mi nos desconcertaba, eran chicas muy bonitas que prácticamente se le tiraban encima, pero a el le llegaban altamente, decía que no eran lo suficientemente interesantes para él.

Caro, él y yo, éramos inseparables desde que nos conocimos en Primero de Secundaria, nos la pasábamos de lo mejor, íbamos de arriba para abajo juntos, muchas chicas nos envidiaban a Caro y a mi, y otros tantos pensaban que Iván era tan pendejo, que estaba con las dos, nosotros les dejábamos creer lo que quisieran.

El fue el que nos incitó a emborracharnos por primera vez, en su casa, me acuerdo, teníamos 14 años, sus padres habían viajado y lo habían dejado solo, así que Caro y yo les dijimos a nuestros padres, que nos íbamos a quedar a estudiar en la casa de Iván, mis padres y sus padres eran muy amigos así que mi mamá tenía mucha confianza en esa familia. Iván compró dos botellas de ron y un sixpack; con una botella estábamos tirados en el piso cantando el Himno al colegio mientras no parábamos de reirnos, hasta ese momento, esa noche había sido la mejor de mi corta y adolescente vida. Al día siguiente a limpiar el vómito en la sala, y a comer cebolla para que se nos pasará el aliento a licor.

Él también fue el primero que me hizo probar un cigarro, tenía un gran poder de persuasión, desde ahí, nos escondíamos tras los árboles del jardín del colegio, a fumar en los recreos.
Y como muchas primeras veces en mi vida, también, el fue mi primer enamorado.

Fue muy gracioso como todo empezó; Caro y yo le habíamos presentado a una chica que prácticamente nos había rogado que le hiciéramos el pase con Iván, la chica nos caía muy bien, por lo que para nosotras no significó mayor problema, los presentamos y le dijimos a Iván que sería una buena idea que salieran al cine para que se conocieran mejor, después de arrodillarnos y hasta pagarle creo, aceptó; fueron al cine, después de eso Iván vino muy enojado y me dijo que nunca más aceptaría salir con una chica que le presentásemos, me contó que la chica se le tiró encima y no paraba de besarlo toda la función, que al ni siquiera le gustaba, que era una chica como todas las demás.

-Pero, Iván, entonces, ¿qué chica te gusta?
- ¡No te das cuenta que me gustas tú!

No lo podía creer, mi mejor amigo quería algo conmigo, recuerdo que no supe que decir en ese momento me puse muy roja y creo que solo atine a tartamudear, lo siguiente que Iván hizo fue ponerme contra la pared y estamparme un beso con chocada de dientes incluidos y de ahí salió corriendo. Yo me quedé parada en la puerta de mi casa tratando de asimilar lo que había ocurrido, ¿acaso Iván acaba de besarme?; debo admitir que ese no fue mi primer beso, aunque siempre lo cuento como el primero, un par de años atrás de ese “nuevo primer beso”, me hicieron besarme con el amigo de mi primo mientras jugábamos la botella borracha, fue asqueroso, así que nunca suelo contarlo, para mi, mi primer beso me lo dio Iván Sotomayor Urquiaga.

Al día siguiente en el colegio, los dos estábamos completamente abochornados, no podíamos ni mirarnos a la cara, Caro estaba muy extrañada, no sabía que era lo que nos pasaba, en el recreo fuimos al baño, y se lo conté todo, casi se desmaya, “Ya me las olía que algo así ocurriría” fue lo que dijo, ¡Y por qué diablos yo no me olí nada!.

-Y, Entonces ¿ya están?
-¿Qué?, ¿estar?, ¿Iván y yo?
-Claro, monga, el quiere contigo, ¿la pregunta es tú quieres con él?


La noche que siguió a esa conversación, no dormí, me la pase pensando en que pasaría entre Iván y yo, me dije “Me entiende, sabe todo de mi, nos la pasamos de lo mejor juntos, es súper inteligente y además es lindo”.

Así que lo primero que hice a la mañana siguiente fue ir a buscar a Iván a su casa para ir juntos al colegio, apenas salió de su puerta, fui esta vez yo quien lo estampó contra la pared y lo besé, esta vez ya sin chocada de dientes.

Desde entonces comenzó el “Iván y Leti” por todos los pasillos del colegio, fue una relación bonita debo admitirlo, y una de las más importantes de mi vida. En el colegio todas las chicas me envidiaban y querían verme muerta, o peor para ellas, gorda, eso alimentaba mucho mi ego. Era aparentemente la relación perfecta mis padres lo amaban, sus padres me amaban, en el colegio los profesores nos amaban, parecíamos una pareja de portada o algo así.

Iván además fue mi primera vez, algo que en verdad no me arrepiento y me alegro que haya sido con él, aunque cada vez que entró a una iglesia que son muy pocas las veces que lo hago, no sé porque me agarra un sentimiento de culpa, como si Iván hubiera sido cura cuando teníamos 16 años.

Mi primera vez con Iván fue muy graciosa, accidenta, dolorosa obvio, pero muy linda dentro de todo.

Sus padres habían viajado otra vez, Iván y yo ya estábamos por cumplir el año de enamorados, y usted sabe, 16 años, casa sola, las hormonas alborotadas, aunque créame que las hormonas las tengo alborotadas hasta ahora.

No lo habíamos planeado, era algo que siempre ronda en la cabeza de cualquier chico de 16 años obvio, y aunque Iván y yo habíamos hablado un sin fin de veces del tema, no habíamos decidido una fecha aún, pero estaba claro que queríamos hacerlo, solo que los dos estábamos aún temerosos. Pero estaba casi tácito en el ambiente que esa noche iba a suceder, para esto yo sabía muchas cosas en teoría, Caro ya había iniciado su vida sexual mucho antes que yo y era yo la que tenía que escuchar todas sus nuevas experiencias.

Iván se portó de lo mejor, incluso cuando le grité su vida, puesto que me dolió como los mil demonios, nos quedamos abrazados largo rato en la oscuridad y de ahí empezamos a hablar de cualquier otra estupidez como solíamos hacerlo siempre, cuando en eso Iván soltó un “Te amo”, yo no sabía que decir, ¿qué se supone que tenga que decir?, yo no sabía que era amor, y no sabía si era eso lo que sentía por Iván, así que para no malograr el momento yo le dijo “Yo también” ,no, un yo también te amo, sino un “yo también”.

Después de esa noche me puse a reflexionar en si en verdad lo amaba, le pregunté a Caro si es que ella amaba al chico de turno con el que estaba y me dijo “No lo sé, no es algo que me haya puesto a pensar, ¿no estamos demasiado jóvenes para saber eso?”. No sé si Caro tenía razón, pero el hecho de que Iván me haya dicho Te amo, era para mi como si me propusiera matrimonio y eso me asustó.

Me puse a analizar el tiempo que había estado con Iván , ya casi un año, y me di cuenta que la pasábamos bien, igual que como cuando éramos amigos, las cosas no habían cambiado mucho, Iván y yo seguíamos siendo amigos, solo que a eso había que agregarle los besos y el sexo, que la verdad no sabían igual que antes. Iván era el enamorado perfecto, pero no sé algo le faltaba a nuestra relación , yo no sentía las maripositas , ni nada de esas cosas, faltaba no lo sé, con el tiempo me di cuenta de que para enamorarme de Iván faltaban muchas cosas, y que derepente confundí esa amistad con algo más, algo de lo que no me arrepiento, porque aún así mi relación con Iván fue de lo mejor.

Terminamos al cumplir el año y el mes, los dos estuvimos de acuerdo, el también sentía que faltaba algo, quedamos en seguir siendo los mejores amigos por siempre; algo que al principio no se cumplió pues era algo difícil hacer como si no hubiera pasado nada, pero no se trataba de hacer como si no hubiera pasado nada, sino aceptar que había pasado algo, y que ahora iban a pasar cosas diferentes, nada más. En eso Caro, tuvo un papel muy importante si no hubiera sido por ella para Iván y para mi hubiera sido más difícil el cambio.

No lo considero como una ruptura de corazón, yo estaba bien, solo me acongojaba el hecho de que Iván de repente no lo estuviera, cosa que con el tiempo se fue aminorando , pues Iván me aseguró mil veces que estaba bien, y aunque al principio nadie se lo creía, yo sé que Iván si estaba bien, por lo menos en cuanto a cuestiones del corazón, pues por esos tiempo ya eran otros sus problemas.

Terminamos la secundaria, e Iván y yo fuimos juntos a la fiesta de Prom., nos emborrachamos como nunca y terminamos saltando a la piscina diciendo cuando nos queríamos y prometiendo ser amigos para siempre; cosa que créame se ha cumplido hasta ahora.

Al ingresar a la Universidad , Iván empezó a cambiar, el quería estudiar Antropología, por lo que los tres coincidimos en algunos cursos de Estudios Generales Letras, mientras que para Caro y para mi comenzaban las interminables noches de parranda, Iván se encerraba en su casa, y siempre decía que estaba estudiando; cosa muy rara pues en toda la secundaria Iván ni siquiera estudiaba y aún asi sacaba muy buenas notas, pensé debe ser diferente en la Universidad, pero no, Iván estaba pasando por una crisis vocacional.

Pasó el primer año de universidad, yo ya estaba saliendo con otro chico, y Caro con varios más, nos preocupaba que Iván no saliera con ninguna otra chica, habían chicas muy bonitas en la facultad y no solo bonitas sino también muy inteligentes , como a Iván le gustaban, algo pasaba con él, y teníamos que averiguarlo.

Caro me dijo que yo hablara con él, pues a mi me confiaba más sus secretos, lo invité a tomar un café, y le dije : “Iván, tu tienes algo, a mi no me engañas, ¿Qué sucede?”; me miró fijamente a los ojos y me dijo “Leti, quiero ser cura”, lo primero que pasó por mi cabeza fue reírme pues pensé que era un tipo de broma, conociendo a Iván, pero al verlo tan serio y al borde de las lágrimas, definitivamente eso no era broma.

- ¿Qué?, ¿Cómo así?
- Si, Leti, mi cambio se debe a que todo está muy confuso ahora, recuerdas la vez pasada, esta chica de la clase de Historia.
- ¿Cuál? ¿La que habla de Dios todo el tiempo?
- Si, ella, bueno me pareció simpática, asi que la invité a salir, al principio como a ti, me aburría que estuviera hablando de Dios a cada momento, y ella notaba eso en mi rostro, asi que me desafió, me dijo a que no me atrevía a ir a un retiro espiritual con ella, que yo tenía miedo de forjar el cambio en mi; al principio me pareció una completa ridiculez, tú sabes que yo, bueno nosotros, nunca hemos sido tan católicos que digamos.
- Bueno, ¿y, fuiste?
- Si, fui
- ¿Y sentiste el llamado?- no pude evitar reírme en ese momento.
- Leti, es en serio, ven, por eso no quería contarles nada, sabía que se iban a reír.
- Lo siento, lo siento, prosigue
- Bueno, si aunque suene estúpido sentí el llamado, en verdad, en ese momento de reflexión, sentí que todo se aclaraba de repente, que el camino estuviera claro, tenía que entregar mi vida a Dios.
- Entonces, ¿cuál es la confusión?
- Que no entiendo porque Dios me ha elegido a mi.
- Bueno, Dios maniobra de formas misteriosas, o algo asi, escuché.
- Exacto
- Entonces Iván. no veo el problema, si ya lo tienes todo claro, adelante.
- Gracias, Leti, sabía que a pesar de todo me entenderías.
- Solo me queda una duda
- ¿Si?
- No tienes que ser casto para meterte a eso- los dos reímos como locos, a partir de ese momento las cosas dejaron de ser tan tensas.


A pesar de que le había mostrado mi apoyo, yo no dejaba de estar en shock, Iván , el chico por la que todas se morían, al que le aburrían las misas, el que aborrecía las formaciones cuando nos hacían rezar todo el rosario, el excelente besador, el rebelde; ¿CURA?, era simplemente algo fuera de este mundo.

Cuando se lo contamos a Caro casi se desmaya, al principio Caro trató de disuadirlo, ella decía que no podía desperdiciar su juventud así, pero ya con el tiempo lo aceptó.

Nunca lo entendimos, pero siempre lo apoyamos, estuvimos ahí el día de su orden, es el cura más simpático que alguna vez haya visto, si hubieran habido curas así en el colegio, las clases de religión no hubieran sido tan aburridas.

Pero Iván es Iván, y si cree que se entregó de lleno y fue un santo cordero de Dios se equivoca, lo es claro, pero a su manera, es el anarquista de la Iglesia, de vez en cuando seguimos tomándonos unos tragos, y el sigue fumando como loco. Es párroco de una Iglesia que la verdad no me acuerdo el nombre, el sabe de mi posición sobre la Iglesia, pero tratamos de no hablar de ello para no malograrnos más el hígado, que el único que nos lo malogrará será el alcohol, como dice Iván; también es profesor de religión de un colegio católico de niñas bien, cuantas chiquillas se le habrán insinuado, en verdad que es fuerte mi gran amigo.

Él, Caro y yo seguimos siendo grandes amigos, muestra de ello es que fue Iván quien casó a Caro, y que algún día piensa casarme a mi dice, yo le refuto y le digo “¿Quién dice que me casaré por religioso?”, “Si Caro lo hizo, ya no hay imposibles”.

En la boda de Caro nos la pasamos de lo mejor, nos emborrachamos y empezamos a acordarnos de nuestra época del colegio y de todo lo que habíamos vivido juntos, hasta se animó a bailar él que nunca baila.

- Debes sentirte muy orgullosa de ser la única mujer de la que me enamoré.
- Tampoco hay mucha competencia ¿no?, excepto Dios, que con el no puedo competir, dicen que es más bonita.
- Muy graciosa
- Pero, si, si me siento orgullosa , pero me siento más orgullosa de tener a un amigo como tú.
- Deberías, deberías.

Y esa es la historia de Iván Sotomayor, el Padre Iván, hasta ahora me parece muy gracioso decirlo.





- Una historia muy bonita, Letizia; pero no entiendo, ¿cuál fue el problema?, ¿por qué se llegó a enamorar?
- Era muy joven, doctor, sé, lo que dicen para el amor no hay edad, pero a mis 15 años no tenía previsto enamorarme de alguien, simplemente no lo quería.
- Me cuesta creer que una chiquilla de 15 años no quiera enamorarse.
- Es que yo era, bueno soy media rara, usted sabe.
- Para, nada Letizia, usted no es rara, solo que piensa diferente respecto a algunas cosas.
- Bueno, si.
- Pero nadie tiene previsto enamorarse, Letizia, esas cosas suceden, y lo toman a uno por sorpresa, así que debe haber algo más por lo cual usted no haya podido enamorarse de Iván, si todo iba perfecto como Usted dice.
- El problema con Iván, doctor, era creo yo, que mentalmente me llevaba muchos años más.
- No lo creo, usted es una mujer muy inteligente.
- Si lo sé, doctor, pero usted no conoce a Iván, y tampoco me conoció a mi cuando tenía 15 años. Iván era el calmado de los tres, el pensante, el analítico, nunca hacía las cosas sin pensarla, nunca se aventuraba a nada, es muy metódico.
- Pero no dice Usted, que Iván era el que las incitaba a emborracharse y a fumar, y que a parte era un rebelde
- Si, si, pero eso no tiene nada que ver doctor, beber y fumar no es malo de vez en cuando, y es cierto que nos hacía tomar el primer trago, pero podía darle sobredosis a él, pero a nosotras nunca, entiende, siempre fue como el padre de las dos, y eso a mi, a los 15 años, muchas veces me resultaba aburrido.
- Ósea, usted busca un irresponsable que no la cuide.
- No, para nada, a mi encantaba y me encanta que Iván se preocupe por mi, el problema es que yo a Iván lo veía como a un adulto e Iván a mi me veía como una chiquilla, no era el simple hecho de cuidarme, el pensaba que éramos inmaduras, y bueno lo éramos.
- Entonces, usted dice que el problema es que los dos tenían edades mentales diferentes.
- Algo así lo llamo yo, yo tenía 15 años, mi vida recién comenzaba quería divertirme, alocarme, e Iván era todo lo contario, mientras yo vivía ese proceso de liberación, Iván vivía un proceso de maduración muy temprana.
- Pero si Iván no hubiera sido cura, y usted hubiera alcanzado ese proceso de maduración, ¿usted cree que hubiera podido enamorarse de el?.
- No lo se, tal vez si, pero Iván es cura , y yo cambié también.

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